
La guerra, después de la guerra.
Condenados a un conjunto de circunstancias en un contexto que pocas veces se ha llevado al cine, Fernando León de Aranoa (Los lunes al sol, 2002), se embarca en la difícil misión de narrar el después de una guerra, de esa guerrilla oculta que se aleja del soldado contra soldado. Es la guerra del odio, del miedo, del rencor, de la burocracia, de lo irracional, de la cruda realidad.
La película cuenta la historia de un grupo de voluntarios, procedentes de distintos rincones del mundo, que tras declararse el fin de la guerra de Los Balcanes, se encuentran ante la sencilla, pero imposible tarea de sacar de un pozo un cadáver tirado con el fin de corromper el agua y desabastecer a las poblaciones cercanas. Enredados en sus propios conflictos, los protagonistas desmarañan sus ovillos a medida que plasman el absurdo de toda guerra.
Presentada en el último festival de Cannes, “Un día perfecto”, basada en la novela “Dejarse llover” de Paula Farias, presenta diálogos vivos, un drama intimista, e incluso humor en las situaciones más inesperadas. El cast se complementa, con un todopoderoso Benicio del Toro, con su capacidad de transmitir sin necesidad de palabra, y un excéntrico Tom Roddins. Quizás lo que más chirría es la banda sonora, y lo que más brilla, la fotografía a manos del ganador de Goya Álex Catalán por “La Isla Mínima”.
Una invitación a la reflexión contenida, con un duro e inesperado final, que simboliza lo ilógico y sentido del absurdo.
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Equipo ColumnaZero
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