CRÍTICA CINE: RINGS (2017)

Una crítica de Alfredo Paniagua para ColumnaZero.
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Una crítica de Alfredo Paniagua para ColumnaZero.
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Quince años han pasado desde el estreno de Ring (Gore Verbinsky, 2002). La película de producción norteamericana y basada en el clásico Ringu (Hideo Nakata, 1998) fue un éxito total de público y crítica, no sólo por el buen pulso de Gore Verbinsky a la dirección, también porque supuso el glorioso aterrizaje en occidente de lo que se ha dado en llamar «cine de fantasmas japonés», un cine sobrenatural con estilo y atmósfera propios, nunca visto por estos lares excepto en festivales especializados.

La saga creada por Hideo Nakata se extendió en el tiempo y, hasta su agotamiento, casi llega a nuestros días con una versión 3D que no tuvo distribución alguna en nuestro país, pero ha supuesto un referente a la hora de encarar el cine de fantasmas desde la contemporaneidad. La influencia nipona en el terror sobrenatural es un hecho evidente en el cine occidental y, aunque tardíamente, una nueva secuela (la segunda) de la mirada norteamericana a Ringu ha llegado a nuestras pantallas, Rings (F. Javier Gutiérrez, 2017).

Desde aquel primer Ring hasta esta nueva entrega hubo una secuela dirigida por el propio Hideo Nakata, Ring 2 (Hideo Nakata, 2005) una película,  que no consiguió superar el efecto sorpresa de su predecesora ¿Lo conseguirá Rings? Está claro que ya todos conocemos la historia de Samara, un fantasma vengativo encerrado en un pozo; allí yace su cadáver y la forma de conectar con nuestro mundo es a través de una cinta de video. El visionado de la cinta ofrece algunas pistas sobre el pasado de Samara y su maldición, en vida fue una niña malvada y cruel. El fantasma sale de la televisión y mata a sus víctimas con su sola presencia, literalmente, de un susto. Que Rings ofrezca una interesante vuelta de tuerca a la historia, ya es diferente. A priori se cuenta con un elenco muy joven en el que intervienen algunos actores veteranos, quizás para dar empaque a una producción de serie B a la que no luce su abultado presupuesto, nada menos que 33 millones de dólares. La presencia de Vincent D`Onofrio y Johnny Gaelick no logra arrojar demasiada simpatía hacia un producto poco amarmitado y que se sabe deudor de una gran película.

CRÍTICA CINE: RINGS (2017)

El argumento parte con el personaje de Julia (Matilda Lutz), preocupada por el paradero de su novio, Holt (Alex Roe), que investiga la leyenda urbana de Samara y de la cinta de video que desencadena su aparición y muerte del sujeto que la visiona en siete días. La particular investigación de Julia saca a la luz una película escondida que nadie antes había visto. A partir de ese momento comienza un tenebroso proceso de mimetización entre Julia y Samara, paralelamente a esa investigación que va descubriendo más detalles sobre las circunstancias vitales de la niña y su familia, así como su cautiverio y asesinato. Esa parte de la película está más encuadrada en un estilo american gothic que en el marco tecnológico contemporáneo en el que se desarrolla normalmente la saga Ring. Es curioso, en este aspecto, como la película pasa de regodearse en una atmósfera insana y oscura -estimulante, sin duda- a un exceso que raya lo granguiñolesco: tengamos muy presente la escena que transcurre en el avión, donde encontramos sonoros coqueteos con el cine catastrofista.

El cordobés Francisco Javier Gutiérrez se estrena en el cine norteamericano con Rings. Desde su interesante debut como director en la película 3 Días (F. J. Gutiérrez, 2008), el prometedor realizador no había encontrado ningún proyecto en el que pudiera demostrar su vocación de creador meanstream y aficionado al cine de género. Rings supone un debut correcto y que a buen seguro le procurará una carrera prometedora dentro de los circuitos de terror comerciales, pero Rings no deja de ser un producto hecho a medida de un espectador objetivo, el más amplio posible, una producción tan encorsetada como previsible, apoyada en un aparataje visual que ya nos sorprendió una vez y necesita de un giro más contundente para volver a hacerlo. Hay buen hacer detrás de Rings pero no podemos evitar sentir algo de tedio ante una historia que ni siquiera el propio Hideo Nakata supo remontar en la secuela que los estudios norteamericanos le encargaron en el año 2008.  Pese a todo, los fans de Ring y el público más completista no se la perderá y disfrutará con la nueva aparición de Samara en la pantalla. Y un detalle para terminar esta crónica: la sesión de maquillaje para Samara (Bonnie Morgan) duraba seis horas y media para que su aspecto y el de su traje fueran el de estar continuamente mojados.

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Alfredo Paniagua

@columnazerocine

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