
“No hay manera de experimentar el silencio mientras estés vivo” John Cage.
Oírse, la nueva película de David Arratibel, llegará el próximo 7 de marzo a la gran pantalla después de su paso por numerosos festivales internacionales.
Mediometraje documental en el que el director expresa a través de los tres protagonistas de la película la experiencia de vivir sin silencio. Sus silencios son interrumpidos por una serie de sonidos “inexistentes”, imperceptibles al oído de las personas, pero que desafortunadamente algunas escuchan. Estos sonidos, también calificados como ruidos, los oyen quienes padecen de acúfenos o tinnitus, consistente en la percepción continuada de zumbidos por actividad del oído interno y del sistema nervioso sin que haya un estímulo externo que los provoque. David Arratibel, director, guionista y productor de la película, al igual que los tres protagonistas de este documental, Albaro Arizaleta, Elena González y Gotzone Redondo, sufren de tinnitus.
Pero, ¿Qué entendemos por silencio? ¿Podríamos decir simplemente que es la ausencia de sonido o ruido? A grandes rasgos, ciertamente eso es lo que entendemos como silencio. Para algunos es sinónimo de paz; para otros, de soledad. Hay gente que aprovecha el silencio simplemente para “oírse a sí mismo”, pero para otras muchas personas el silencio no existe, o al menos, no lo entienden como ausencia de sonido.
Este es el caso de Albaro, Elena y Gotzone, que aún refugiándose de todo sonido exterior, estando aislados totalmente, oyen unos ruidos, unos zumbidos que recorren su cabeza dando vueltas y sin parar. Albaro los califica de agudos, un pitido constante que da vueltas, bajando y subiendo de intensidad. Elena, sin embargo, compara sus ruidos con los de una “olla exprés”, un pitido constante e incesante que parece que va a estallar. A Gotzone, le cuesta explicar de dónde proceden exactamente sus ruidos, no sabe si vienen de su cabeza o del oído; simplemente están ahí, en su interior, retumbando sin parar.
Durante la película nos encontramos con que cada personaje tiene sus propios métodos para evitar escuchar sus sonidos interiores: Albaro (cantante de El Columpio Asesino) se evade de sus ruidos mediante la música; Elena (ama de casa) lo hace gracias al acompañamiento de su marido y las conversaciones que mantiene con éste; y Gotzone (técnico en la Universidad del País Vasco) los evita oyendo caer el agua de la lluvia. Cada uno oye sus propios ruidos de maneras muy distintas, quizá para encontrar el silencio, su propio silencio.
La cámara anecoica es un espacio donde el silencio es absoluto y en donde no hay eco. Se utiliza para ensayos acústicos o para medir el sonido real de ciertos aparatos. Podría decirse que si nos metemos en una de estas salas y no hacemos ningún ruido, el silencio sería total, pero no. En 1951 el norteamericano John Cage quiso adentrarse en una cámara anecoica para verificar que el silencio no existe. Escuchaba dos sonidos, uno agudo y otro grave. El agudo era causado por el sistema nervioso; el grave, por la circulación sanguínea. De esta manera, concluye diciendo que “no hay manera de experimentar el silencio mientras estés vivo”.
La película hace una profunda reflexión acerca de la imposibilidad y subjetividad del silencio. El silencio es interpretado de maneras muy diferentes por cada persona, ya que pudiendo ser muy positivo para unas, puede ser todo lo contrario para otras. Sólo el acto de la atención hace reales las cosas; Si no nos fijamos en algo no lo percibiremos, haciendo de ello algo inexistente. Así pues, el silencio esencial es la ausencia de atención, o como dice John Cage, “el silencio no es acústico, es solamente el abandono de la intención de oír”.
Oírse tiene un gran peso técnico debido al papel fundamental que tiene la banda sonora en esta película, ya que cada sonido, cada ruido escuchado en la cabeza de cada protagonista se intenta reproducir con la mayor exactitud posible, creando un efecto envolvente en el espectador, haciendo que uno se meta en el cuerpo del protagonista y que haga de esos zumbidos algo propio. A esto ayuda también la escasez de diálogo y la presencia de la narración en pantalla simplificando más las escenas y mostrando a la vez la complejidad de tener que convivir con estos ruidos.
El director no pretende sensibilizar al espectador, pretende interrogarse para generar más dudas, ya que tal vez entre ellas pueda entreverse alguna respuesta.
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Laura Tutor
@LauraTutor18
@columnazerocine
Qué interesante propuesta -para un arte que empezó siendo mudo- y qué perspicaz, informativa e incitadora crítica. Enhorabuena al medio y a quien la firma. Espero que otros filmes pasen muy pronto ante los sagaces ojos de Laura Tutor.
Acabo de releer la crítica de la película y lo cierto es que me entran unas ganas tremendas de verla. La verdad es que haciendo caso al argumento de la película, a la imposibilidad de obtener el silencio, ¿alguien ha hecho caso a algún director cuando éste decía:
¡Silencio, se rueda! ?
Felicidades por la página.
La de vueltas que hay que dar por la red para encontrar una página como esta: felicitaros –a ti, Laura, muy especialmente– porque prestáis atención a lo minoritario. ¡Lo pequeño (en difusión) es hermoso, y cuando se escribe como escribes tú, Laura, mucho más! Volveré para leerte.