
Más de 1.200 páginas podremos encontrar en cualquiera de las ediciones que circulan en nuestras librerías de la novela It, escrita por el prolífico Stephen King. La adaptación de tamaña cantidad de material no es cosa fácil, de hecho el primer acercamiento que, desde el celuloide, se hizo a esta obra terminó con un largo telefilm dividido en siete actos para dar las consabidas pausas a la publicidad.
It (1990) pasó entre el fandom como una mediocre película, aburrida y absurda, una cinta que estaba entre lo peor del realizador de Halloween III La Estación de la Bruja (1983). Paradójicamente, la industria ha rescatado la posibilidad -ya es un hecho- de una nueva adaptación, montando una campaña de marketing que ensalzan los escasos valores de la versión televisiva, como la, al parecer, magnífica interpretación de Tim Curry en el papel del payaso asesino Pennywise, y el reconocimiento mundial de la extenuante novela. Y aquí tenemos el nuevo It (2017), dirigida por el argentino Andrés Muschetti, realizador que Guillermo del Toro apadrinó hace unos años para dirigir la producción hispano-canadiense, Mamá (2013), a partir de su cortometraje homónimo.
Otro factor comercial decisivo para dar luz verde al rodaje de It ha sido el revival del cine familiar y de aventuras, tan en boga en los años ochenta. La serie Stranger Things -con la que It comparte a alguno de sus protagonistas y muchos puntos de conexión- vuelve a traernos algunos tópicos de la época que el cine más contemporáneo había desechado al no prestarles atención comercial. Y ya en este punto ya podemos empezar a hablar de cómo es la nueva versión de It, un cuento dudosamente macabro que actualiza las cintas de amistad preadolescente, esas historias en las que la fantasía y la camaradería son el motor de una aventura que tendrá lugar en los suburbios donde habitan los protagonistas.
En el pueblo de Derry (Maine) se suceden una serie de desapariciones de niños. Un toque de queda no impide que el hermano pequeño de uno de los miembros de la pandilla «el club de los perdedores», sea secuestrado y asesinado por un horripilante ser que se atribuye el aspecto de un payaso. La pandilla se pondrá manos a la obra para descubrir al culpable de las desapariciones, y no cejará hasta acabar con su vida, sea lo que sea. Esta sinopsis, aún por sintética, viene a resumir la novela de Stephen King de un modo express. No obstante, su enorme cantidad de páginas contiene no solamente el esqueleto y desarrollo de una historia de terror, también toma el pulso a una generación, los hijos de los veteranos de Vietnam, la de un país inmerso en la presidencia de Ronald Reagan que quiere olvidar -y obviar- el costoso fiasco vietnamita, y mirarse al ombligo con historias donde la generación de estadounidenses que toma el relevo elucubra, en pandilla, con fantasías suburbiales a golpe de pedal y mucha imaginación. Si en la anterior adaptación de It no había menor atisbo de esta lectura, podemos adelantar que en la actual tampoco, solo encontraremos una película de terror que se regodea en lo convencional, en una retahíla de sustos fáciles que garantizan la inocuidad de una propuesta bendecida por el marketing cinematográfico.
El guión de It pasó por las manos de Cary Fukunaga, director con suficiente crédito como para esperar de él un producto maduro y menos complaciente. El escándalo que desató la lectura de su guión por parte de la Warner hizo que fuera apartado del proyecto en favor de Andrés Muschetti. Finalmente, la película fue guionizada por Gary Dauberman, escritor de cintas tan inofensivas como Annabelle (2014), con un resultado que le va a la zaga: los personajes son puros arquetipos, las situaciones terroríficas son inocuas y poco concluyentes, las escenas se resuelven guiñando a estereotipos del cine de terror que van desde lo iconoclasta hasta sonoras referencias al horror nipón de fantasmas -recordamos la aparición de Pennywise emergiendo del agua de la alcantarilla con su pelo lacio-. Y no hay peligro, los espectadores no se sentirán violentados y la familia podrá disfrutar It en sus hogares durante cualquier pase televisivo, como si de una terapia grupal se tratase.
Hay ciertos detalles que se escamotearon en ésta y en la otra versión de la novela, detalles, entre otros, como la iniciación sexual que regala la chica de la pandilla a sus miembros. Deliberadamente omitidos, para no causar el furor de los censores y la huída de los inversores, corresponden a un órbita de cine más adulto y desprejuiciado, a un estilo que poco o nada casa con los planteamientos ultra-comerciales y ultra-conservadores de It. Se dice que en los pases de prueba de las películas de los Estudios Marvel, tanto el público demócrata como el republicano sale satisfecho el guión de la película, sin saberse ofendido en sus ideas políticas y morales. It se enmarca en este tipo de cine, considerado y respetuoso, pero también banal y aburrido, falsamente progresista y tremendamente reaccionario.
Alfredo Paniagua
@columnazero