
El impostor es uno de esos documentales que marcan, que a modo de pistola hipodérmica se queda bajo la piel y te hace cuestionar todo lo que hayas visto. En 1993 Nicholas Barclay, un niño texano de 13 años, desaparece misteriosamente. Cuatro años más tarde, la familia recibe una llamada inesperada: Nicholas ha sido encontrado en Linares, España. El problema es que ese niño que tenía unos preciosos ojos azules ahora los tiene marrones y habla con acento francés, pero aun así la familia lo reconoce como Nicholas Barclay.
Éste individuo, cuyo nombre no vamos a desvelar, desgrana todas las formas que tiene de engañar, corromper y manipular a la gente en su propio beneficio. Nuestro impostor es un hombre absolutamente misterioso, enigmático, magnético y, en ocasiones, totalmente perverso. Su discurso es mucho más atractivo que el del resto de personajes principalmente porque habla a la cámara, porque Él te está contando a ti, que estás sentado en la cuarta fila, cómo engañó a la pobre familia texana. Cuenta cómo se le ocurrió suplantar la identidad de Nick, como todo se le fue de las manos y no tuvo más remedio que huir hacia delante y cómo, cuando creía que todo había acabado, la historia dio un giro de 360º.
El tema de la película no es definir cómo es posible que esa familia estuviese tan ciega como para aceptarle sin más, si no plantear al espectador varias preguntas: ¿cómo es posible que esa gente se crea o decida creer a este individuo? ; pero lo que es más importante, ¿qué me creo yo de la historia que me acaban de contar? Porque, como se verá más tarde, se cuestiona la sinceridad de casi todos los personajes de la película, de tal modo que cuando termina, uno ya no sabe a quién creer ni qué creer de lo que ha visto. Eso es lo que convierte una historia increíble en una obra escalofriante.
Al terminar la película te preguntas: ¿estoy fascinado u horrorizado con la historia? Y es difícil irse a casa sin darle vueltas una y otra vez a las situaciones, los personajes y el destino de cada uno de ellos. Toda la historia es, simple y llanamente, increíble.
Marco Barada
@MarcoBarada