
Constelación.
Decía Delibes que si el cielo de Castilla es tan alto es porque los campesinos lo han levantado de tanto mirarlo. Solo los músicos de Onira saben cuántos empujones le habrán dado al firmamento con sus miradas desde Valladolid y la palentina Dueñas hasta conseguir la luz necesaria para iluminar el faro que se enfrenta a la tormenta de publicar un primer disco.
Casiopea, la madre de la más bella diosa del Olimpo, comienza con El miedo, donde en apenas 156 segundos la música vuelve a dar el valor necesario para suspirar y saber que se puede salir del protagonista de la canción. Otro cantar es atreverse a hacerlo. María y Nacho lo han conseguido gracias a algo tan sencillo y joven como la ilusión de plasmar lo que llevan dentro en acordes, letras y voz como estrellas de la constelación de Onira.
María, con lo armonioso y melódico de su voz, llena de calor una compañía musical capaz de adoptar registros muy variados en los ocho temas que componen Casiopea. La vocalista encuentra acomodo en los cambios de ritmo instrumentales, con una guitarra acústica notable, y el apoyo de acordeón o piano según precise el momento.
Los padres de la criatura, como admiten orgullosos los integrantes del grupo, son todos aquellos que confiaron en que estos pucelanos le pondrían el esfuerzo necesario al evidente talento que desde hace años atesoran. No se equivocaron y esta fe se lo ha devuelto en forma de llamas, Fuego que alumbra las sombras oscuras hasta volver a sonreír con Coraje irracional.
Como de bien nacido es ser agradecido, este primer álbum también rinde pleitesía a lo Puta que puede ser la Luna, compañera de noches de la deseada Casiopea. Solo el Iniesta de Extremoduro ha despertado más inspiración para una generación que el autor del gol del Mundial y recibe así justo homenaje desde la voz de María, que solo al final se atreve a decirle a la Luna lo que opina de ella. El miedo, ya saben.
Con Soy se cierra la sincera confesión de Onira, un lenguaje musical que se acaban de inventar tras años macerándolo. Ahora es físico, se puede tocar, escuchar y disfrutar sin diccionario, ya que ellos mismos se encargan de traducir este lenguaje a los sentimientos que solo unos pocos son capaces de expresar.
Casiopea es tan solo una de las 88 constelaciones de nuestro Sistema solar, solo unos cuantos de los puntos luminosos del cielo, un cielo que Onira ha elevado todavía más gracias a su música y sus miradas. Qué buscaban esos ojos solo lo saben las estrellas.
Juan Navarro
@columnazero