ANÁLISIS FESTIVALES DE VERANO: PAREDES DE COURA

Un artículo y fotografías de Equipo ColumnaZero Música.
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Paredes de Coura 2014, la coronación más perfecta. ColumnaZero se trasladó hasta Paredes de Coura (Portugal) un año más para ser testigo de la más armónica relación entre música y naturaleza a orillas del río Taoão.

La lluvia ha dejado de visitar Coura durante la tercera semana de agosto, ahora y desde hace unos años luce un sol radiante durante siete días que acompaña a la música desde las primeras horas de la tarde hasta que se alza la noche, y son las luces que iluminan el recinto y que tiñen los árboles de diversas tonalidades las que toman el relevo. Un lugar único para un festival único que cerró este año su edición más redonda; record de asistencia (unas 1000.000 personas pasaron a lo largo de los 4 días), con una notable ampliación de sus actividades (conciertos gratuitos durante 3 días en el corazón del pueblo, un ciclo de conferencias, cine y la prolongación de los conciertos secretos que tanto éxito tuvo el año anterior) y en el plano de lo musical un gran elenco de notables y sobresalientes secundarios; Janelle Monáe, Cage The Elephant, Black Lips, Franz Ferdinand, CHVRCHES, Cut Copy y Seack Steve. Y un actor principal llamado James Blake que se doctoró con cum laude en los montes de Coura en un concierto que ya es historia viva del festival.

ANÁLISIS FESTIVALES DE VERANO: PAREDES DE COURA

Miércoles.

La jornada inaugural se erigía sobre el anfiteatro del escenario principal con las luces enfocando a Janelle Monáe, única actuación en la península ibérica para la gira de presentación de Electric Lady (2013), su celebradísimo segundo trabajo.

Antes unos Cage The Elephant reventaron el escenario y acapararon en cierta medida parte de los focos reservados para la diva de Kansas; salieron al estrado como si fuera su último concierto en la tierra; empezaron revolucionadísimos, en quinta marcha que la mantuvieron, llegando incluso a sexta y para acabar en séptima, baño de masas de Matthew Shultz incluido que fue elevado por el público como un semidiós. Su rock impregnado de nervio propició la primera e inesperada locura colectiva que se vivió en las orillas colindantes al Taoão.

La noche ya había alcanzado su primer punto álgido cuando a las 11y30 salió Janelle Monáe en silla de ruedas y atada con una camisa de fuerza (un guiño a Kurt Cobain y al histórico concierto de Nirvana en Reading), levantó la mirada, empezó a sonar la música y se desató el funky futurista procedente de Metrópolis servido en melodías que van desde el R&B pasando por el soul, el góspel o la épica propia de una banda sonora, todo ello sustentado con pinceladas electrónicas y una banda amplísima compuesta por un dueto de coros, batería, percusión, guitarras, saxo y trompetas. El baile del apocalipsis se trasladó durante una hora y media del escenario a la audiencia, versión de James Brown. Resultó un concierto delicioso.

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Jueves.

Oso Leone impregnó la tarde con una marea relajada de beats atmosféricos que mecieron el escenario principal en diferentes tiempos y tonalidades, evocadores a ratos y sobre todo sutiles, capaces de trasladar la magia de Mokragora (2013) al directo. Luego salió Steack Steve y resultó simpatiquísimo con su pintas de granjero de algún pueblo remoto entre Oklahoma y Arkansas y sobre todo con el buenrollismo que desprenden sus melodías rockeras que serpentean con el blues, sus guitarras personalizadas, cada cual más estrambótica y su comunión total con la audiencia sin la necesidad de subir a nadie al escenario, al contrario que Mac DeMarco que le sucedió en el escenario principal cuando empezaba a esconderse el sol bajo los montes de Coura. A DeMarco se le nota que ya está un poco cansado de tanto girar; sus pocas ganas de tocar, las ojeras, la falta de intensidad, la interrupción en las canciones, el subir al público al escenario a cantar o que hagan el payaso por él, hizo que el concierto fuera una mezcla entre reality show, circo y ensayo desganado multitudinario.

Sin embargo el garage insolente y abarrotado de Thee Oh Sees resultó ser un chute anfetamínico y a veces algo psicotrópico para una audiencia enloquecida, sirviendo de prólogo a lo iba a suceder después en el principal.

Lo de CHVRCHES fue grandioso, subieron a trasladar esa fuerza inaudita que poseen sus canciones de electropop y shtyhn pop bañadas en techno (Under The Tide, Recover, Lies) y en un dream pop preciosista y épico como Theder que sonó estupendamente. Dejaron el pabellón bien alto en una jornada en el que gran pilar era Franz Ferdinand. Los escoceses se dieron un baño de masas y resultaron efectivos que era lo que pedía la mayoría. Es obvio que ya no son los de antes, hasta Kapranos está un poco mas gordito y atrás quedó eso de subirse a la batería, saltar y tocar la guitarra al revés (Fib 2009)  y ¿donde quedó Lucid Dreams con ese final electrónico tan apocalíptico? pero cuando suenan hits como Take me Out, The Fallen, Do You Want To o This Fire, la locura colectiva y el sudor entra en contacto con el rocío que baña la noche en Coura. Hubo varias bengalas, pogos y mucho polvo en un bolo lleno de ritmo e intensidad, incluso no desentonaron los temas de Right Thoughts, Right Words, Right Action (2013).

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Viernes.

El viernes comenzó con Cornor Oberst en un concierto en el que el de Nebraska salió muy a su aire, como si la cosa no fuera con él lo que provocó cierta indiferencia cuando su música coqueteaba con el rock y algo más de alborozo cuando se acerca al country o al folk más concurrido. Luego nos adentramos entre la oscuridad desgarrada de Perfect Pussy y su sonido punk llenó de embestidas, estruendos y sobresaltos con una Meredith Graves desbordada, en estado de gracia. Después salieron unos Black Lips al escenario a reivindicar ese garage efervescente, en una verbena etílica que alcanzaba a veces tonos más rockeros o propios del surf y del rockabilly.

Cerró el escenario principal Cut Copy en un concierto en donde se bailó de lo lindo, se echaba un poco de menos la zapatilla en el anfiteatro principal, y su electro pop a veces hedonista y otras veces más menestral conquistó incluso hasta a los más escépticos que movían las piernas tímidamente, situados más arriba en la zona de butacas siendo testigos de una eclosión de beats, melodías pop y luces deslumbrantes que se expandían por el espacio.

Sábado.

La tarde y el lugar no podía ser mas apropiado para Kurt Vile y The Violators y su Wakin on a Pretty Daze (2013), pero esas melodías reposadas, que evocan al atardecer de un día de primavera llenas de matices y arreglos, tanto de guitarras acústicas como de eléctricas, se quedaron a medio camino en su ejecución, a veces por falta de intensidad y de sorpresa, Vile no se quiso perderr mucho en su música que resultó en algunos compases demasiado plana para lo que es y sugiere.

Lo de los Growlers fue un tanto incierto, su pose neo hippie-surfero californiano entre lo cool y lo casposo, su actitud entre la resaca, el cansancio, el colocón  y su insistencia por subir al escenario al publico (para disimular sus pocas ganas de tocar y así tener contenta a la plebe) ensombrecieron en parte ese garage abarcado con surf, reggae y psicodelia lo-fi. Solo lo pudimos saborear plenamente unas horas antes en el concierto secreto que dieron. Una lástima.

Beirut fue el secundario de lujo para la posterior velada de James Blake en el principal. Su marcha fúnebre y ese folk cosmopolita tiñieron el escenario de jubilo, en una comunión constante entre banda y público, Zach  Condon quedó rendido a la audiencia y al lugar.

ANÁLISIS FESTIVALES DE VERANO: PAREDES DE COURA

Lo de James Blake merece un párrafo aparte, su liturgia fue una comunión perfecta entre lo sutil y lo complejo, entre el beat atronador y el beat sosegado, entre el R&B, el neo soul, la electrónica más ecléctica o la sobriedad más elegante, entre la melancolía de un día lluvioso y el jubilo que desprende un enorme club de las afueras. Reseñable y homérico, Blake se caracterizó por arrinconar los espacios en varios niveles de sonido originando un concierto de talla épica al dejarse llevar en muchas de sus composiciones por la improvisación (Digital Lion, Retrograde), la combinación ( el inicio apocalíptico con Air & Lack Thereof y CMYK) o la delicadeza ( A Case of You o Lindesfarne I & II). Acabó haciendo un loop al público (tras tres intentos), solo en el escenario para recibir la ofrenda que lo reivindica como uno de los artistas más trascendentes de la primera década del siglo XXI. Fue el maestro perfecto para cerrar la edición más rotunda del festival hasta la fecha; la edición con más público y la edición en la que dio aquel concierto James Blake.

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Equipo Columnazero Música

@columnazero

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