
El encanto de sus calles, su pasado vikingo y el ‘slow living style’ danés hacen de la Ciudad un destino obligatorio. En Columnazero te recomendamos los destinos menos famosos de la ciudad y su entorno, que bien merecen la pena una visita.
Helsingør. Patrimonio de la Humanidad.
No, no es Copenhague; pero es visita obligada. En el 400 aniversario del nacimiento de Shakespeare, el castillo de Kronborg -donde se basa su historia más universal, Hamlet-, espera la llegada de miles de turista este año, gracias a las celebraciones, mercados medievales y eventos que se celebrarán en su honor. Uno de los cuatro sitios Patrimonio de la Humanidad en Dinamarca y construido en el Siglo XV, merece más una visita a su exterior que a sus estancias. Mucho mejor dedicar el tiempo que podríamos invertir dentro, comprando un billete de ferry a Suecia, y es que desde Helsingør y en 15 minutos podemos cruzar el Báltico para visitar la ciudad sueca de Helsingborg. Dicho municipio es uno de los más antiguos del país escandinavo, y comparte con Helsingør su pasado pesquero. Esta historia se refleja en el Museo Marítimo de Dinamarca, ganador de numerosos premios debido al inusual edificio que lo alberga, excavado bajo tierra. El viaje en tren a Helsingør desde Copenhague dura 50 minutos.
Nørrebro. El barrio multicultural.
Joven, colorido, cultural, histórico… Si hace unas décadas era una de las zonas más atrasadas de la capital, numerosos locales, cervecerías y tiendas de segunda mano lo han convertido en el barrio de moda de la Ciudad. En Nørrebro se encuentra también el cementerio Assistens Kirkegård, lugar de descanso del escritor danés más internacional: Hans Christians Andersen. Otro buen lugar para descansar, en este caso para los vivos, es en la orilla del canal junto al gran puente que separa el centro de Copenhague con Nørrebro. Son muchos los locales que, con Carlsberg en mano, aprovechan el clima veraniego para relajarse en la hierba. ¿Hay mejor plan?
Frederiksborg. 400 años después.
El castillo más famoso de Dinamarca. Un gran lago rodea el complejo de cuatro siglos situado a 40 minutos en tren del centro de Copenhague. Siendo el mayor castillo renacentista de Escandinavia, fue residencia real de los Reyes de Dinamarca durante años, hasta que en 1882 se convirtiera en el Museo Nacional de Historia. Su imponente iglesia donde se sitúa el órgano más antiguo del país escapó del fuego que en 1859 destruyó muchas de las estancias del edificio.
Folketinget. La torre del Parlamento.
El punto más alto de Copenhague, y una de las pocas atracciones gratuitas de la Ciudad. La Torre del Parlamento de Dinamarca se erige dentro del complejo del Palacio de Christiansborg, construido en los años 20, debido a sendos incendios producidos en los dos anteriores palacios. A través de un ascensor se puede tener una panorámica de Copenhague, y si el tiempo lo permite es fácil avistar Suecia. El principal inconveniente es la cola para acceder a la Torre, y es que aunque no hay muchos turistas que acceden a ella, solo existe un ascensor disponible.
Iglesia Grundtvig. Cuando gótico y expresionismo se dan la mano.
Es para muchos, la Iglesia más impresionante de Copenhague. A 20 minutos en bus del centro histórico, este templo expresionista acabado en 1940 bien merece una visita. Su inusual diseño inspiró a la Iglesia Hallgrímskirkja (edificio más famoso de Islandia), y los seis millones de ladrillos amarillos, material muy usado en Dinamarca, representan los cerca de seis millones de habitantes de este país, por lo que para muchos es la «Iglesia del pueblo».
Papirøen: El restaurante hípster más barato de Copenhague.
Este edificio junto a la Ópera ha dejado de imprimir papel para la prensa danesa para dar cobijo a Japón, Brasil, Marruecos, Italia, España, India y otras muchas regiones representadas por camiones de comida food trucks. Los olores del Mundo que se preparan en estos coloridos camiones harán que eches de menos el lugar nada más entrar. Al ordenar tu comida es posible sentarse en las numerosas mesas de madera repartidas por el edificio y de paso contemplar la decoración: hípster por excelencia. Aunque si prefieres aprovechar la luz del sol, su gran terraza se enfrenta con unas increíbles vistas al puerto de Copenhague.
La mejor manera de acceder es a través del ferry entre el gran Teatro (Skuespilhuset) y la Ópera. No hay mejor manera de acabar el día.
Alberto Coves